Especialistas señalan que Matos Rodríguez la concibió como marcha para la Asociación de Estudiantes Universitarios.
La Cumparsita es el himno popular y cultural del Uruguay a partir de un decreto presidencial del 2 de febrero de 1998. Una marcha carnavalera para estudiantes que se escapó al mundo.
La historia de La Cumparsita es bastante conocida. Un estudiante inspirado, todavía adolescente, llamado Gerardo Matos Rodríguez, compuso en 1916 una marcha carnavalera para el grupo de universitarios que integraba, que se llamaban a sí mismos La Cumparsa. Esa composición sin pretensiones se convirtió en el tango más famoso que conoce el mundo. Se ha dicho que el misterio encerrado en esta música célebre es su asombrosa capacidad de adaptarse a variaciones y arreglos de toda índole. Durante muchos años, sin embargo, quedaron en el olvido los nombres de los compañeros y amigos que inspiraron este tango inmortal. La Cumparsa, esa especie de club de jóvenes universitarios uruguayos que estuvo en el origen de este mito de la historia del tango. No nació en los suburbios, sino en el medio de la “jeunesse dorée” montevideana de principios del Siglo XX.
Un 3 de mayo, en una vieja casa, hoy demolida, local sede de la Asociación de Estudiantes de Medicina, ubicada en la calle Ituzaingó 1282 casi Buenos Aires, se reunió una barra llamada ¨La Cumparsa¨. Esa barra decidió que además de las actividades sociales y gremiales que hasta ese momento realizaban, debían incluir el deporte, y como universitarios que eran debían realizarlo racionalmente.Siendo uruguayos, qué otro deporte que el fútbol iban a jugar. Para ello fundaron la Liga Universitaria de Football. Establecieron como fecha fundacional el 3 de mayo de 1914 y aprobaron los estatutos el 20 de mayo, donde además decidieron que la bandera tendría tres listas horizontales, dos con una franja roja con la inscripción L.U.F es decir: Liga Universitaria de Football.
Ariel Collazo recordó que “es bueno que todos aportemos a la rica historia de La Cumparsita algún relato tal vez poco conocido. En 1944 yo cursé el cuarto año de liceo en Carmelo, y el director Mario Bordabehere, que era agrimensor y había sido compañero de Matos Rodríguez cuando ambos eran estudiantes, nos contó una anécdota que siempre recordamos. Matos Rodríguez tocaba siempre en un piano del local de la Federación de Estudiantes en la calle Ituzaingó, que fue embargado por deudas propias o ajenas por un juzgado, en el que se dispuso poner en frente un soldado al que llamaban ”imaginaria“, para que no se pudiera llevar el piano, que estaba en una casa de la calle Ciudadela donde pasaba un tranvía. Hoy esa casa no existe y en su lugar hay una plazoleta que llega hasta la calle San José” ¬recordó Collazo¬, agregando que “allí los estudiantes hablaron con el motorman del tranvía para que se detuviera un poco y ellos pudieran colocar el piano fuera de la vista del 'imaginaria', mientras otros estudiantes le daban conversación al soldado. Así se logró que el soldado no pudiera ver el piano y Matos Rodríguez pudo continuar tocando y componiendo sus canciones”.
Desde 1998, Uruguay celebra todos los años el aniversario de esta pieza inmortal.
Fuente: MercoPress
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